El problema de la determinación de los objetivos de enseñanza ha sido una cuestión de central preocupación de la Pedagogía. Desde la época de Comenius se reconocía su importancia en la "Gran Didáctica" cuando se señalaba que la principal deficiencia de la actividad pedagógica era la carencia de objetivos planteados con exactitud.
El planteamiento de objetivos como componente indispensable de toda actividad humana ha sido trabajado por las mas disímiles tendencias psicológicas: desde aquéllas que de forma extrema, mecánica y particularizada han argumentado la necesidad de su concreción específica (conductismo y neoconductismo), hasta aquéllas que, en reacción a estas teorías, han pretendido negar su existencia, eliminando del vocabulario psicológico el término que convencionalmente lo designa, y proponiendo en sustitución otros mas abarcadores y generalizadores como el de proyecto, finalidades y otros.
Sin embargo, producto de la influencia que ha ejercido el enfoque tecnológico en la enseñanza (variante contemporánea que se fundamenta teóricamente en el conductismo o neoconductismo), el criterio dominante aún actualmente en la práctica educativa consiste en darle una prioridad al objetivo en la programación de la enseñanza, e incluso en establecer una relación muy estrecha entre objetivo y resultados a lograr, quedando así todo el proceso evaluativo determinado por los objetivos inicialmente previstos. De igual forma se vinculan a los objetivos los restantes componentes del proceso de enseñanza-aprendizaje.
El planteamiento de objetivos como componente indispensable de toda actividad humana ha sido trabajado por las mas disímiles tendencias psicológicas: desde aquéllas que de forma extrema, mecánica y particularizada han argumentado la necesidad de su concreción específica (conductismo y neoconductismo), hasta aquéllas que, en reacción a estas teorías, han pretendido negar su existencia, eliminando del vocabulario psicológico el término que convencionalmente lo designa, y proponiendo en sustitución otros mas abarcadores y generalizadores como el de proyecto, finalidades y otros.
Sin embargo, producto de la influencia que ha ejercido el enfoque tecnológico en la enseñanza (variante contemporánea que se fundamenta teóricamente en el conductismo o neoconductismo), el criterio dominante aún actualmente en la práctica educativa consiste en darle una prioridad al objetivo en la programación de la enseñanza, e incluso en establecer una relación muy estrecha entre objetivo y resultados a lograr, quedando así todo el proceso evaluativo determinado por los objetivos inicialmente previstos. De igual forma se vinculan a los objetivos los restantes componentes del proceso de enseñanza-aprendizaje.