Control y ajuste durante el proceso

Los momentos de orientación y ejecución de la clase, tienen su complemento en el control. La dirección acertada del proceso de enseñanza-aprendizaje necesita de la retroalimentación tanto del estudiante como del profesor.

En el caso de la propuesta de esta estrategia se requiere del control diagnóstico, no solo del nivel de partida de los estudiantes, los conocimientos y habilidades específicas para actuar adecuadamente, sino también de constatar el nivel de partida del desarrollo de la responsabilidad de los estudiantes con los cuales se trabajará.

A partir del análisis de estos resultados, de cómo se encuentran desarrollados los distintos indicadores que permiten determinar el nivel de responsabilidad, llegar a precisar cuales son las regularidades que predominan en el grupo y cómo se mueven dichos indicadores. Esto es necesario como punto de partida en la organización y ejecución de la estrategia; es decir enfatizar más en aquellas acciones que conduzcan a un movimiento positivo de dichos indicadores.
Durante el proceso se requiere del control sistemático, éste cumple la función de retroalimentación, al suministrar información acerca de la marcha del mismo y que en consecuencia tanto el docente como el estudiante puedan proceder a hacer los ajustes pertinentes. En relación con el desarrollo de la responsabilidad este tipo de control está encaminado sobre todo a determinar como se mueve el comportamiento del estudiante, lo que el profesor realiza a través de la observación, es decir cómo actúan durante la ejecución de las tareas docentes.

La observación se encamina a valorar el comportamiento de distintos indicadores:

cómo cumple las tareas en cuanto a tiempo y la calidad requerida.

Tenacidad, perseverancia en la solución de las tareas.

Vencimiento de obstáculos de diversos tipos, esto significa comprobar si los previstos en la tarea los venció o no.

La actitud que asume en la clase, si atiende, toma notas, participa, asiste a consultas, muestra interés por la tarea que debe realizar.

Aporte individual a la ejecución de las tareas grupales.

Si es capaz o no de autocriticarse, cómo asume la crítica, y  su compromiso, en alguna medida, a superar los errores. Si es capaz de criticar a sus compañeros.

Si asume tareas no obligatorias.

Otras manifestaciones de responsabilidad ante su formación profesional.

Cada uno de estos aspectos a observar en las distintas clases deben ser registrados por el docente, de ahí la necesidad de que durante el trabajo en equipos, el docente, escuche con atención y observe como cada uno de los miembros de los equipos se inserta en la tarea.

También es válido en algunos métodos utilizar determinados estudiantes como observadores, a los cuales se les debe dar indicadores precisos a observar, de esta forma no se limita a los criterios del docente.

No todos estos indicadores pueden ser controlados a partir de la observación, algunos como es el caso de la crítica, la autocrítica y la tendencia al autoperfeccionamiento requieren un momento específico. En este caso se sugiere dedicar los momentos finales de la clase (10 ó 15’) para que los estudiantes en equipos analicen la actitud individual ante la tarea y su aporte a la tarea grupal, también pueden analizar las dificultades que tuvieron para vencer los obstáculos y como superar las deficiencias. Este análisis le permite al estudiante la retroalimentación y los ajustes pertinentes.

Si bien en las primeras actividades a los estudiantes les resulta difícil ejercer la crítica y la autocrítica, a medida que se sistematiza la van aceptando y se logran movimientos positivos, tanto en la calidad del análisis como en los cambios que en ellos se van produciendo.

El registro de esta información debe hacerse en cada estudiante, en cada clase en los distintos temas e ir obteniendo una valoración general por cada uno de ellos, de manera tal que se pueda lograr una valoración integral del curso a partir de los resultados de los distintos temas que conforman el programa.

Este control cumple también una función de motivación, en la medida que el estudiante tiene posibilidades de autoanalizar sus avances, se siente estimulado y en el caso de que conozca sus errores puede ser motivo que lo invite a proponerse un esfuerzo mayor en cualquiera de los indicadores previsto, y un compromiso ante sus compañeros.

Por su parte, la autoevaluación y la evaluación mutua constituyen formas de evaluación que promueven el reconocimiento de los errores, la primera a partir de las reflexiones individuales, la segunda a través del intercambio entre los estudiantes, ambas promueven el interés por reconocer los errores y buscar las vías para su superación.

El control final o diagnóstico final permite evaluar la correspondencia entre el nivel alcanzado durante el proceso y los objetivos propuestos.

Se trata de constatar, al finalizar el curso, como se movieron los distintos indicadores y como se comportaron las regularidades detectadas en el diagnóstico inicial.

Este momento de valoración general requiere el análisis integral de los resultados del comportamiento conductual observado durante todo el proceso y las respuestas a las situaciones y dilemas morales que se les presente en el diagnóstico final, lo que permitirá situar a cada estudiante en el nivel de desarrollo correspondiente.

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