Cuando las pantallas se convierten en la niñera

No nos digamos mentiras. Las tabletas, los celulares, los computadores y todo lo que implique una pantalla les resulta a los niños un juguete tan apasionante como a sus propios padres, o incluso más. Y la industria de la tecnología lo sabe bien. A tal punto que este segmento de la población se ha convertido en un nicho de mercado que se disputan los grandes del sector. 



Antes de los 10 años, amarrarse los zapatos o mantener el equilibrio en la bicicleta la primera vez pueden ser operaciones imposibles, pero no pasa lo mismo cuando hay que armar un rompecabezas o colorear en un iPad.
No obstante, ¿qué tan bueno es para un niño tener una tableta cuando apenas ha aprendido a decir una decena de palabras? ¿O a qué edad es recomendable que los pequeños empiecen a hacer uso de aparatos electrónicos?

Un estudio a partir de un iPod Touch, patrocinado por el Centro Joan Ganz Cooney, de Sesame Workshop, la organización sin ánimo de lucro que está detrás del célebre programa de televisión Plaza Sésamo, estableció que niños de entre 4 y 7 años mejoraron en sus pruebas de vocabulario luego de usar una aplicación educativa, según The Wall Street Journal.


El documento dice además que niños de 5 años registraron una mejora promedio del 27 por ciento. Un estudio que utilizó otra aplicación educativa produjo un resultado similar, con un avance del 17 por ciento, entre niños de 3 años.


No obstante, los miedos de los padres crecen, sobre todo respecto a la idea de que la tecnología puede hacer de sus hijos personas sedentarias, autistas o con problemas para socializar o concentrarse.

Para John Alba, magíster en pedagogía y experto en procesos de aprendizaje de la Universidad de La Sabana, el secreto está en el equilibrio.

"Yo considero que la tecnología es una herramienta que además es buena para el aprendizaje. Pero con riesgos. De ahí que el acercamiento a los aparatos deba ser dirigido", dice el experto. De hecho, algunos colegios (el Gimnasio Campestre, por ejemplo) han empezado a implementar aulas de preescolar con estantes en donde, además de cuentos, cubos y letras, hay tabletas.


"La tecnología da posibilidades infinitas, pero los niños deben usarla bajo la supervisión de un adulto. Debe haber restricciones de tiempo y contenido. Los papás o los profesores deben trabajar sobre el uso de tecnología responsable", agrega Alba.


Y mientras eso pasa, la industria crece a ritmo de vértigo. Este 21 de octubre, la marca de juguetes Toys R Us lanzará su propia tableta para niños por 149,99 dólares. Tabeo, como se llama, contará con una pantalla táctil de 7 pulgadas, sistema operativo Android 4.0, 1 GB de memoria RAM, puertos USB y HDMi, así como micrófono, altavoz, cámara frontal y conexión a Internet por redes de wi-fi. No se trata de una novedad. En el mercado ya hay al menos una decena de estos dispositivos (ver recuadro).

'Los papás no pueden quedarse rezagados'
Más que llenarse de pánico frente a la 'fiebre' que les despierta a los niños la tecnología, la argentina Elvira Milano, licenciada en gestión de la educación y experta en nuevos enfoques de pedagogía, dice que un riesgo que muchas veces pasa inadvertido son las habilidades tecnológicas que aprenden (y con las que incluso nacen) los pequeños. "El niño adquiere un poder sobre la tecnología que puede dejar al adulto rezagado, con lo que pierde espacio y deja de ser punto de referencia. Se invierten los roles y se genera una simetría que no es real. En eso deben trabajar los padres", dice la experta. Agrega que el acompañamiento, el anticipar los tiempos de uso y los contenidos no bastan. "La tecnología debe servir para que los chicos se relacionen entre sí, pero eso no debe ser lo único. Hay que estar pendientes de las áreas de desarrollo... que una no se desarrolle más que la otra", enfatiza.

"Hay que reconocer que estamos internados en este desafío y no hay que dejarlo pasar como si no existiera", concluye.

'Es difícil quitársela de las manos'

Algunos padres comparten sus dispositivos con sus hijos, seguros de que eso les ayuda en el aprendizaje. Otros no. Camilo Ríos, padre de una pequeña de 4 años, acepta que al principio le deba temor prestarle su iPad a su hija, pero con el tiempo se ha dado cuenta de que ella se tranquiliza y es capaz de quedarse quieta con el aparato. "El problema es cuando quiero que me lo devuelva. Se pone brava y no sé cómo controlarla", relata Ríos, de 32 años. Leonardo, otro padre consultado por este diario, afirmó que su preocupación tiene que ver más bien con YouTube.

"A mi hija de 2 años le fascina ver videos de Mickey Mouse, pero nunca quiere terminar ninguno", dice.

Sobre ambos casos, el especialista John Alba, de la Universidad de La Sabana, afirma que, si bien las posibilidades son infinitas, los riesgos también. "No solo hay que acompañar a los niños, sino además ocuparse de las reacciones. Si se ponen límites -disfrutar de un video completo, por ejemplo-, la tecnología puede ser una herramienta fantástica", dice.

El Tiempo

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