La aproximación a la comprensión del aprendizaje es fundamentalmente racionalista, como oposición a los enfoques empiristas: todo conocimiento humano es una construcción personal del sujeto.
La clave de la concepción del aprendizaje consiste en la adquisición de los mediadores o amplificadores culturales, creados, almacenados y transmitidos por una cultura específica y que le permite al hombre trascender su experiencia individual.
Se señalan cuatro características de esta teoría de la instrucción: especificar las condiciones que estimulan la predisposición a aprender, determinar la estructura óptima de un cuerpo de conocimientos para lograr su aprendizaje más rápido y efectivo, sugerir el orden de presentación más adecuado y por último, el tipo de recompensas y castigos y su secuencia, es decir, la evaluación.
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