¿Fue Wikipedia quien mató a la Enciclopedia Británica?

No sabemos cómo ni cuándo olvidamos completamente los adustos y pesados tomos, pero es cierto que el mundo hace mucho dejó el metodo de referencia didáctica de antaño, optando por la rapidez y conveniencia del Internet.

Con la noticia de que la Enciclopedia Británica de 244 años dejará de publicarse en papel, las conciencias colectivas parecieron darse cuenta del impacto que nuestros hábitos diarios han estado teniendo en paragones de la vida cotidiana; inmediatamente se intentó nombrar al culpable de este magnicidio, y el acusado no era otro que Wikipedia, la enciclopedia más vasta del Internet.

Con el advenimiento de la era virtual, las Enciclopedias impresas no solo pasaron a ser elementos terciarios del saber, sino que pasaron directamente a la historia. En otro tiempo, poseer una era ley de estantería a lado de un buen diccionario y un par de clásicos de literarios.

¿Pero es Wikipedia verdaderamente la culpable? Aunque es completamente cierto que la mayoría de nosotros hemos hecho de los Wikis una herramienta casi que exclusiva, o por lo menos complementaria de nuestras indagaciones y referencias (incluyendo, en mi caso, para algunos artículos de Impre), nadie puede negar que el deseo mismo por el saber interdisciplinario parece haber menguado hasta un punto de total abandono en este mundo donde, mas que nunca, podemos escoger que saber, que leer, y en que enfocar nuestra atención. El culpable del final de la era de las Enciclopedias, entonces, no es la enciclopedia virtual, sino nada mas ni nada menos que el motor de búsqueda de contenido en Internet.

El uso del motor de búsqueda como Google o Yahoo ha transformado lo que alguna vez fue la cultura de consulta enciclopédica, ya que los diccionarios especializados e enciclopedias como la Británica eran los únicos métodos instantáneos que poseíamos para empaparnos de algún tema sin tener que recurrir a la biblioteca o a la librería. Es por eso que las Enciclopedias eran necesarias en los hogares, y los Enciclopedistas ambulantes nunca faltaron en los vecindarios. Pero desde que Internet empezó a ser parte del día a día, el motor de búsqueda se convirtió en una herramienta casi mágica para el saber instantáneo; solo bastaba escribir la pregunta, y el motor nos daría, no una, sino un millar de respuestas y paginas relacionadas con nuestra búsqueda.

Con la perfección de los algoritmos que facilitan la búsqueda por Internet haciéndola más efectiva, paginas como Google continúan teniendo billones de visitantes cada día. El tener un universo de saber y entretenimiento simultáneamente en la punta de los dedos hace que la mayoría de la gente utilice al buscador como una forma de instrucción solamente cuando es necesario.

La oportunidad de tener un pesado tomo de enciclopedia abierto sobre la mesa para saciar nuestra curiosidad y aprender otras cosas de soslayo parece tan lejana y anticuada como la del teléfono rotativo o la maquina de escribir.

Sin embargo hay experiencias que no son remplazables, y que no poseen equivalentes tecnológicos. Siempre agradeceré a mis padres el haberme obsequiado la Enciclopedia de Salvat para niños cuando tenía 6 años, y la Enciclopedia de Charlie Brown a los 9. Ambas cambiaron mi vida por completo y abrieron mi mente a un universo de ciencia, geografía e historia que ninguna instrucción escolar estandarizada supo ni pudo superar.

Desconozco si los niños de hoy podrán decir lo mismo del Internet en un futuro, pero lo que si se, es que en 40 años, algún niño curioso en alguna parte le jalara la falda a la madre y le preguntara: ¿Mama, que es una enciclopedia?

Impre.com

Compartir :

Siguiente
« Post previo
Previo
Siguiente »
0 Comentarios